miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cosmos, de Carl Sagan

FICHA TÉCNICA

  • Nombre: Cosmos, un viaje personal
  • Autor: Carl Sagan
  • Año: 1980
  • Capítulos: 13


Para mi revisión de un documental de referencia he escogido “Cosmos”, la famosa producción de los 80 presentada por Carl Sagan, que constituyó una de las piezas de divulgación científica más notables de su tiempo. Adjunto una pista de vídeo de cinco minutos a modo de ilustración.

Siendo honestos, mi primera impresión del primer capítulo no fue demasiado favorable. La presentación era muy clásica; los cromas, chillones; el presentador, demasiado poético y feliciano. La introducción del programa se alejaba de la pura poesía que los incondicionales del show me habían prometido, y los decorados al estilo Star Trek no parecían ayudar. No había entendido aún que Cosmos es deudor de una línea de pensamiento propia de su tiempo, no del nuestro.

Fue cuando comenzó la parte del “calendario cósmico” que empezó la verdadera poesía. Este fragmento es el que adjunto a este documento, y consiste en una historia muy resumida del cosmos, que se vale de una metáfora (el calendario) para explicar cosas muy complicadas desde una perspectiva comprensible para el espectador. Este uso de la representación visual, del espacio tridimensional (véase a Sagan caminando por el propio calendario) y de la metáfora y el paralelismo narrativo es la verdadera cara de la poesía que hizo famoso a este programa.

Pero hay más, mucho más. El nivel de producción de Cosmos llega a bastante más que cromas y decorados futuristas. En otra parte del programa se cuenta la historia del fin de una dinastía japonesa a modo de introducción para la historia de la evolución biológica. Pasando por encima de esta nueva brillante metáfora, fijémonos en la riqueza de los escenarios, el vestuario e incluso de la actuación; pocos documentales hacen tanto hincapié en estos aspectos narrativos, comúnmente ligados a la ficción. Nadie hoy día osaría explicar los misterios del espacio valiéndose de una leyenda japonesa. Pero Carl Sagan lo hizo, y lo hizo de una manera que perdura en la mente de mucha gente de la época. Otras historias del pasado, como la quema de la Biblioteca de Alejandría, sirven como marco a esta historia que, conforme va a avanzando episodio tras episodio, va adquiriendo dimensiones aún mayores en la mente del espectador.

Resulta muy difícil hablar de Cosmos sin referirse a su retórica, hasta el punto de que uno mismo se siente impelido a escribir frases pomposas en un vano intento de emular la narración de Sagan. Pues Cosmos emplea un vocabulario rico y hermoso sin por ello dejar de ser preciso en sus explicaciones; algo reminiscente al trabajo de Félix Rodríguez de la Fuente, salvando las distancias, otro gran comunicador del documental.

Perlas como “estamos hechos de la materia de las estrellas” son las que alejan a Cosmos de la vulgar definición de ciencia aburrida y estéril. Carl Sagan era, incluso más que científico, humanista; así como un gran defensor del medio ambiente y un optimista hecho y derecho. Era un poeta, y su mayor poema fue este documental, que aúna lo mejor del lenguaje audiovisual con un mensaje y un conocimiento que todavía no se han hecho viejos.


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